¿Si se come se paga… o no?

Entran en un restaurante o tasca lisboeta, se sientan, piden el menú y mientras se piensan lo que quieren -o esperan- les sirven un plato con un queso portugués y pan, o pan con mantequilla, o unas rodajas de embutido… ¡Qué amables, estos portugueses! -comentan unos. ¿Será regalo de la casa? -se preguntan extrañados otros. También los hay que con el hambre que les ha entrado, tras subir y bajar varias colinas, se llevan la comida a la boca sin pensar en nada más y la engullen sin acordarse de lo que han tragado, hasta que les entregan la cuenta. Y, en general, son muy pocos los que, por una u otra razón, le preguntan al camarero si después deberán pagar lo que les fue servido.

Porque sí, en Lisboa, si se come, se paga. Aunque no se haya pedido. Y, en algunos restaurantes, si no se come, ¡también! (Al igual que pasa en otras partes del mundo… No es tan raro.) Pero no se asusten todavía. Una de las mejores cosas que tiene viajar es conocer otras costumbres y aprender a respetarlas. Y, además, siempre hay soluciones para sus bolsillos. Si eso es lo que les preocupa, como puede ser más normal en estos tiempos.

‘Couvert’ servido en el Restaurante ‘A Esquina da Fé’, de la Rua da Fé.

Aparte de las entradas sueltas, en la capital de Portugal existe la tradición de servir el llamado couvert. Se trata de un lote completo, compuesto por un queso grande y uno pequeño, mantequilla, paté de sardina, paté de atún y para acompañar: un plato o cesta con pan. En muchos lugares lo sirven sin que el cliente -local o extranjero- lo pida y, normalmente, se paga sólo por lo que se come. Aunque se quede en la mesa sin tocar, durante toda la comida o cena.

No obstante, para evitar malentendidos que no benefician a nadie, si tienen dudas con las tapas o con el couvert, lo mejor es preguntar o, si saben seguro que no lo van a consumir, pedirles que, por favor, lo retiren. En principio, no tendría por qué haber ningún problema. Lo que sí que podría pasar, especialmente en los restaurantes de lujo, es que les digan que se sirve, se pida o no, y se paga, se coma o no. Sin embargo, también en ese caso tendrían dos opciones: decidir si quedarse o marcharse. Aunque, si andan ajustados, quizá lo mejor sería dejar este tipo de lugares para otra ocasión.

De cualquier manera, para que la comida portuguesa sea bien digerida y disfrutada, lo que les recomendamos es que se relajen, ahora que ya saben que las entradas sueltas y el couvert son una tradición que existe en esta tierra, que hasta puede terminar por engancharles, si la prueban… Bom apetite!

Autora: Fátima Valcárcel
Fecha de publicación: 30 de abril de 2014

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