El Puerto de Lisboa

Texto inédito escrito en portugués por Magda Pinheiro, para sieteLisboas. Pinheiro es catedrática de Historia del ISCTE-IUL (Instituto Universitário de Lisboa) y la autora del libro Biografia de Lisboa (Ed. A Esfera dos Livros).

Fotografía de José Luís Albuquerque, cedida a sieteLisobas.

Fotografía de José Luís Albuquerque, cedida a sieteLisobas.

Lisboa es una ciudad portuaria. En 1551, Francisco de Holanda, en su libro A Fábrica que Falece à Cidade de Lisboa [La fábrica de la que carece la ciudad de Lisboa],  representó la ciudad como una joven señora de mirada dulce, coronada por su castillo y manteniendo en su regazo el barco que trajo los restos mortales de São Vicente hasta su puerto. Desde finales del siglo XIII, la localización de Lisboa favoreció  el crecimiento de sus actividades portuarias. El progresivo desplazamiento de la navegación desde el Mediterráneo hacia el Atlántico provocó, en gran medida, que la ciudad acentuase su crecimiento, hasta colocarla a finales del siglo XVI entre las 10 mayores de Europa. Gracias a su función portuaria, Lisboa se convirtió en una ciudad cosmopolita, donde se cruzaban enviados del Papa, del emperador Felipe II, de reinos y de ciudades… con la familia real portuguesa, la nobleza, mercaderes extranjeros, esclavos, conversos, trabajadores de los astilleros y marineros. Los astilleros de la Ribeira das Naus se situaban en el mismo corazón de la ciudad, detrás del palacio real. Por ello, Felipe II pudo asistir a la botadura de un barco desde las ventanas del palacio.

El puerto de Lisboa y sus mercaderes no tardarían en perder el monopolio del comercio con Oriente, pero resistieron con tenacidad al avance del comercio de los holandeses y, más tarde, de los ingleses. Junto a los puertos del norte del país, el puerto de Lisboa consiguió mantener y mejorar la situación de los mercaderes portugueses dedicados al comercio con Brasil. El azúcar y el oro mantuvieron el puerto de Lisboa en el centro de un comercio que le proporcionaba al rey el mejor de sus rendimientos. A finales del siglo XVIII, el comercio con Oriente se intensificó de nuevo y el algodón de Brasil, indispensable para la revolución industrial, se volvió altamente lucrativo.

Las guerras peninsulares, el cierre de los puertos portugueses y la apertura de los puertos de Brasil al comercio de las naciones amigas, supusieron un fuerte golpe para el comercio y la industria de la ciudad de Lisboa. La independencia de Brasil sólo consolidó todavía más esa situación.

El puerto de Lisboa no registró cambios importantes y los muelles, en ruinas, no estaban en condiciones para que amarrasen los navíos a vela que continuaban necesitando abastecerse y hacían escala en Lisboa. La situación sanitaria era deplorable, faltaba agua y los márgenes del río eran descritos como fangosos y llenos de detritos. Asimismo, las mareas no eran tan amplias como para que fuera necesaria la construcción embarcaderos con compuertas para poder cargar y descargar las mercancías. La planificación de un puerto digno ubicado en Lisboa, con la capacidad de devolverle su lugar de “puerto de Europa hacia las Américas, África y Oriente”, tal y como soñaban las élites portuguesas, fue largo y tortuoso. El capital necesario para obtener un enlace ferroviario que abarcase también Castilla sólo estuvo disponible a comienzos de los años 60 del siglo XIX y la construcción del nuevo puerto no se inició hasta 1887.

Con la crisis de 1891 no fue posible concluir la construcción y, a principios del siglo XX, el Estado tomó posesión de un puerto modernizado sólo parcialmente, pero que sí contribuyó a mejorar significativamente la sanidad pública. Construido con un sistema de soterramiento, incluso permitió la instalación de alcantarillado, de líneas ferroviarias, de una avenida marginal desde Cais do Sodré hasta Alcântara y de fábricas.

No sería, por tanto, hasta los años 40 del siglo XX cuando se terminarían las obras que habían sido previstas en el proyecto original. Fue entonces cuando se registró el desarrollo de la gran industria moderna en las nuevas zonas del este del puerto, donde se construyó una refinería de petróleo. La Exposição do Mundo Português, inaugurada en 1940, fue pionera en el ámbito de la reconstrucción de una zona portuaria en un área de recreo. Significó una desindustrialización de su zona oeste y la consolidación de su situación privilegiada como zona residencial y turística.

La Expo’98, que tuvo como tema Los océanos: un patrimonio para el futuro, hizo frente a la desindustrialización de la zona este del puerto, descontaminándolo y creando un nuevo centro urbano con un intercambiador de transportes. Bajo la presión de la desindustrialización y del crecimiento turístico, el puerto de Lisboa lucha hoy por mantener su posición frente a los otros puertos del país y en el ámbito internacional. Las dudas en relación al trazado del tren de alta velocidad y sobre la localización del puerto de contenedores han aportado incertidumbre respecto al futuro, lo que es poco favorable a la consolidación del puerto de Lisboa.


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