Una española bairrista

Cenando con unos amigos portugueses y un luso-español, compartiendo experiencias, me di cuenta de que no importa lo observador que uno sea ni su origen. Siempre hay cosas que se nos escapan a unos y a otros, y viceversa.

Fotografía de la 'Rua da Fe' tomada por sieteLisboas.

Fotografía de la ‘Rua da Fé’ tomada por sieteLisboas.

Antes de existir sieteLisboas yo ya era bairrista, sin saber que lo era por no conocer aún el concepto. Bairrista es un término portugués que describe a las personas que sienten un fuerte apego hacia su barrio o su tierra. Cada cual tiene sus razones: el lugar es considerado más bonito que el resto; los padres ya vivían allí y les hace sentir bien; es ahí donde está la escuela en la que estudiaron, donde pasaron los mejores años de sus vidas y a la que hoy van sus hijos; o se trata de una conjunción de todos estos motivos, de algunos de ellos o de estos y algunos otros. Pero lo que parece una característica común de los bairristas es el valor que le conceden a formar parte de una comunidad.

Los vecinos de los barrios más populares de Lisboa, aunque estos barrios cuenten cada vez con una mayor población flotante entre sus habitantes, siguen siendo claramente bairristas: son los de Madragoa, Alfama, Graça… No obstante, esa afinidad y algunas de las prácticas que definen a los bairristas -imperceptibles para la mirada rápida de un visitante- se encuentran también en otros muchos rincones de esta capital europea. En las calles y cafés de familias obreras, sitios aparentemente sin mayor encanto, que limitan con zonas de restaurantes para turistas, oficinas que acogen a altos ejecutivos y tiendas de las marcas más caras del mundo.

Ese es mi caso. El de un barrio construido en la ladera de la colina de Santana que desciende hacia la Avenida da Liberdade. El Bairro de São José, ahora perteneciente a la Freguesia de Santo António.

Fotografía del 'Jardim do Torel' tomada por sieteLisboas. En la calle de una de las entradas a este mirador se encuentra uno de los centros de la 'Junta da Freguesia'.

Fotografía del ‘Jardim do Torel’ tomada por sieteLisboas. En la calle de una de las entradas a este mirador se encuentra uno de los centros de la ‘Junta da Freguesia’.

En él el ritmo es otro, pese a la proximidad de la bulliciosa Baixa, de la conocida Praça dos Restauradores y de la citada avenida. En él, la preocupación por los demás también es otra. Las personas te dan los buenos días, las buenas tardes, las buenas noches, mirándote a los ojos y preguntándote cómo estás. El vecino -que salía del patio dirigiéndose con relativa prisa hacia algún lugar- vuelve a subir dos pisos de escaleras para ayudarte a llevar las bolsas de la compra, cuando se cruza contigo en la puerta de la calle. La vecina pasea el perro de otra vecina que ya no consigue bajar las escaleras por su avanzada edad. El propietario de la leitaria es portador de recados, de paquetes, de sueños de los vecinos del barrio. Conecta a las personas, sin esperar nada a cambio. No importa que su negocio dependa de ellas.1

En el Barrio de San José de Lisboa, un joven encuentra tiempo para ayudar a estudiar a una niña a la que no se le da muy bien la Historia. “¡No, no le cobro!”, exclama extrañado ante mi pregunta. “Es mi vecina…”, concluye. Ese joven, aunque te conoció en la calle, por casualidad, te ha prestado su colchón hinchable cuando tu casa se ha llenado más de lo previsto; te ha ayudado como ciudadano portugués a resolver tus dudas; te ha dejado un libro para ayudarte en tu proyecto; y te ha presentado a otro vecino, mecánico de profesión, a quien has terminado llamando un sábado a las nueve de la noche -tras chocar al aparcar- y ha acudido a socorrerte altruistamente y sin sentirse molesto ni por las horas ni por el día de la semana.

Cuando hablo de estos bairristas, me refiero a personas que se conocen de toda la vida. Que, en su momento, cuando crecieron y se independizaron, decidieron comprar o alquilar sus casas junto a las de sus padres y amigos. Con los pros -y también los contras- que ello conlleva. Tomaron esta decisión porque la sensación de pertenencia a una comunidad, de conocerse, de preocuparse por los otros y de quererse, puede más que la pérdida de una privacidad que, además, en su caso, nunca tuvieron.

Son personas que te enseñan a amar su barrio, donde nunca serás anónima. Son personas que te integran en sus costumbres, aunque sea en calidad de extranjera (una realidad casi inevitable en un mundo delineado por distintas culturas y fronteras, como en el que vivimos). Y son personas que, gracias a su hospitalidad y a su generosidad, te convierten en “una española bairrista” del centro de una capital europea. A mi modo de ver: un avance del progreso entendido de otra manera. A mi modo de ver: todo un privilegio.

Autora: Fátima Valcárcel.
Fecha de publicación: 7 de febrero de 2015.

 1.- Nota: Leitaria -lechería- es un término también usado para denominar los bares y cafeterías lisboetas.

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